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Garcilaso, el malogrado triunfo de Eros
Miguel Guerrero
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La encarnizada figura de Eros que alcanzara su cúspide en la poética del Siglo de Oro, con personajes como San Juan de la Cruz, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, etcétera. Debe en gran medida su desarrollo, al renacentista Garcilaso de la Vega. Como fundador de una nueva métrica de la poesía, constituye uno de los mayores hitos en de la historia lírica hispánica. Renovación únicamente equiparable a la hecha en la posteridad por los modernistas.
Sumergido en el humanismo erasmista, las reformas luteranas, la herencia del Mester de Clerecía y la misma tradición clásica; Garcilaso representa el paso de la literatura medieval a la moderna lírica española. Es decir la compuesta en la brecha petrarquista o italianizante, cuyo aporte fundamental reside en el cambio métrico e introducción del endecasílabo latino. Sin embargo sus formas estéticas deben mucho su elaboración a la lírica trovadoresca y cancioneril, cuya denotación se da en sus églogas y sonetos. Una influencia importante será Boscán, contemporáneo con quien mantuvo estrecha relación y gusto por la poesía horaciana, la epístola y elegía.
En sus formas oníricas subyacen elementos que se prestan a diversos juegos. El principal tiene que ver con la eterna lucha entre Eros y Thanatos, cuyo juego distingue un cambio en el objeto de adoración. Del amor a Dios (del Mester de Clerecía) se pasa al de la Naturaleza o Pagano (influido por la lírica bucólica); del amor cortés (de la épica medieval) al amor doliente, encumbrado de violencia, sangre y locura.
II
Poco ha sido de interés para los estudiosos, la apoteosis del deseo que se da en sus diversas composiciones. Donde persiste ese martirio del amor no correspondido.
Como hombre de letras y armas, el autor conoce el sentimiento de soledad y desesperación tan intensamente como los vates del Mester de Clerecía. Asimismo persiste la imagen negativa de la mujer, como causante del mal y pesares varoniles, como lo muestra la “Copla I” (en su segunda estrofa):
GARCILASO
¿Ésta tienen por gran culpa?
No lo fue, a mi parecer,
porque tiene por desculpa
que lo hizo la mujer.
Ésta le hizo caer
mucho más que no saltar
que hizo con el bailar.
Dedicado originalmente a Boscán, esta copla sugiere una representación sugestiva de la fémina denominada “La Pájara” y cuyo baile será el tema de esta composición. Otra imagen ensombrecedora de la mujer la constituye la “Égloga I” (parte 21):
¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores
que había de ver, con largo
apartamiento,
venir triste y solitario día,
que di ese amargo fin a mis amores?...
La mujer como culpable de la penumbra y desasosiego. Esa inagotable desesperanza, muestra un fuerte sufrimiento en otra estrofa de esa misma égloga (parte 15):
Con mi llorar las piedras se enternecen
su natural dureza y la quebrantan
los árboles parece que se inclinan;
las aves que se escuchan, cuando
cantan, …
Esa dureza con que describe el dolor, vinculándolo con lo natural, es una de las características que dan mayor fuerza y vitalidad a la lírica garcilesca. Energía violenta que estalla en sonetos como el “Soneto II” ( estrofa 3ra y 4ta):
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto de ellas, y mi suerte.
¡Basten las que por vos tengo lloradas!
¡No os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora con mi muerte!
Siendo en esta última parte cuando mantiene una estructura de fuga progresiva: allá os vengad señora con mi muerte
Salida Sostenido Remate
Asimismo lo muestra el soneto XXVI (estrofas 3, 4):
Las más veces me entrego, otras resisto
con tal furor, con una fuerza nueva,
que un monte puesto encima rompería.
Aquéste es el deseo que me lleva
a que desee tornar a ver un día
a quien fuera mejor nunca haber visto.
El énfasis en el sufrimiento culmina con oscura desesperación.
III
Poética siempre dolida, el evidente triunfo de Thanatos se refleja principalmente en dos géneros de canción y égloga, ejemplo de ello, es la “Canción IV “:
El aspereza que mis males quiero
que se muestre también en mis razones,
como ya en los efetos se ha mostrado;
lloraré de mi mal las ocasiones;
sabrá el mundo la causa por que muero,
y moriré a lo menos confesado…
Esa parte también lo muestra la “Égloga I”, que en su vigésima tercera parte pregona:
Como al partir del sol la sombra
crece
y en cayendo su rayo, se levanta
la negra oscuridad que el mundo cubre,
de donde viene el temor que nos espanta
y la medrosa forma en que se ofrece
aquella que la noche nos encubre
hasta que el sol descubre
su luz pura y hermosa,
tal es la tenebrosa
noche de tu partir en que he quedado
de sombra y de temor atormentado,
hasta que muerte el tiempo
determine
que a ver el deseado
sol de tu clara vista me encamine.
Resaltan los rasgos oscurantistas y macabros confirmando de esta forma el espíritu terrible de la lírica de Garcilaso. El amor, lo pagano, la vida, la penumbra, la mirada interior, la intensidad, recursos inagotables, que el Eros empantanado despoja, y que desde entonces cambian el rumbo de la lírica hispánica.
Año 4 Num. 45 Fecha de publicación: Febrero de 2006 |