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Ensayo
Postmodernidad y educación
Miguel Guerrero
La educación, tema fundamental, más no trivial en la era postmoderna exige una apertura en los esquemas formativos e informativos; así como en los educativos y propiamente habituales, dado el proceso global en el que se desarrolla. Estructuras habituales desde el punto, en que la educación no es sólo la instrucción académica, sino un quehacer social, además de un compromiso estatal, civil y humano.
Partiendo de la idea de una educación continua y separando las prácticas estrictamente académicas, el panorama se ofrece más amplio e interesante. Por ello, los programas educativos actuales deben referirse a la formación del individuo y la integración con su entorno. Y concebir a la educación, aludiendo a García Canclini, como un proceso multicultural, mestizo, híbrido y plural, donde quepa el sincretismo de las ideas.
Concretamente, la educación en el postmodernismo, tendrá que atender a los individuos de la misma índole: postmodernos. Mismos que exigirán un espectro mucho más amplio que las generaciones anteriores. El reto aquí, es impartir educación a un ente narcisista, individualista, fragmentado, sin proyecto histórico, antinacionalista, despolitizado, consumista, seducido por la moda y diversificado en gusto; en pocas palabras; el que se conoce como el ciudadano global, concepto meramente occidentalista.
Lyotard, identifica este fenómeno como una amenaza a la disolución de valores de identidad y responsabilidad personal, por tanto, la tarea educadora representa un reto mayor.
Aún más, si se consideran las características del educando postmoderno, prescindiendo de las meramente específicas y adentrándose en los elementos más constantes.
Se tiene como resultado un individuo: multicultural, nihilista, ahistórico, individualista y lúdico. Se habla de un individuo multicultural, no estrictamente en el sentido étnico, refiriéndose propiamente al caso mexicano, pues se entiende y asume como una raza mestiza.
Aclarando también que el postmodernismo es un fenómeno occidentalista, con tendencia global, pues en una región de arraigado subdesarrollo, como la africana, no hablamos de un ente postmoderno, en todo caso, “submoderno”; rebasado por la modernidad, sin adentrarse siquiera en alguno de los procesos globales, más que los específicamente periféricos.
Estimado, de esta forma el fundamento multicultural, se aclara que esta característica del educando, se refiere, en primer caso a su origen, a la raíz mestiza y culturalmente barroca.
Cabría aclarar que en cuestiones mismas del proceso, los estudios en América, le han llamado al postmodernismo, neobarroco, como es el caso de autores como Bolívar Echeverría, y pudiera permitirse, el decir que Martín Barbero y García Canclini, lo han abordado así, como un proceso barroco, lo cual no tiene nada de contradictorio como las precisiones europeas.
Enunciado eso, y volviendo a la razón multicultural del individuo, se aclara que aparte del origen, también infieren condiciones como el entorno económico y paradigma político de la misma naturaleza.
Además de la presencia informativa de diferente índole y contenido, con la que fue bombardeado el individuo, antes de su formación estrictamente académica.
El segundo elemento importante en este individuo es el que tiene que ver con el nihilismo, con la crisis de creencias políticas y religiosas, así como las nuevas prácticas rituales y sus hibridaciones.
Este nihilismo distinto al concebido a finales del siglo XIX y principios del XX, y al desarrollado en la mitad este mismo; un proceso en una etapa paradigmáticamente propicia para alcanzar un grado semejante al “onanismo ideológico”. Desideologizado por naturaleza, el sujeto responderá, en términos de acción y “sobredeterminación”, a una postura de conveniencia mediata; es decir, podrá interesarse en el tema político y religioso, según le responda el entorno. O dirigirse a opciones alternativas de sistemas de creencias como el yoga, el budismo, la astrología, etc., asimismo tendrá la opción de combinarlas con otras posturas.
Otra característica importante, es la cuestión ahistórica, lo cual no tiene que ver con el supuesto fin del hombre o la historia, que proclamaron autores como Fukuyama, sino a la postura adoptada por el postmoderno. Pues
la historia no muere, sino que entra en otro proceso social o humano; en una de esas vértebras históricas se halla el proceso postmoderno. En el cual, el individuo desdeña su memoria cronológica, restándole importancia al proceso histórico y sobreponiendo el económico. Para el postmoderno, la economía construye la historia y no la historia a la economía; se resta importancia a las acciones sucesivas, para pasar a las determinantes. Se deja atrás a la vieja lucha dialéctica y se opta por la unívoca, negando el origen existencial de la polaridad histórica.
El otro rasgo, el individualismo, tiene que ver con la naturaleza inseparable de homo videns que tiene el individuo postmoderno, como atinadamente denominó Sartori. El entorno mediático en el que se desenvuelve el nuevo individuo, es tan devastante, en cargas informativas, que cabe materialmente la posibilidad de que haya fuga de información. Por ello y con el cuadro constitutivo afectivo y familiar se presenta un individuo diverso en orientaciones. La entropía, no sólo presente en la información, sino en la acción directa de ésta (comunicación), da por resultado individuos diversos en pasión y análogos en acción. Factor social detectado por Mc Lujan, en el que el individuo se sitúa en una gran autopista de contenidos y difusión de estos mismos; en donde las comunicaciones reducen, no solamente las barreras de espacio, sino las generacionales en la gran aldea global. Fenómeno en el que intervienen motores tan directos como la publicidad y el mercado, que hacen que el postmoderno acceda al mundo con sólo encender un televisor, radio u ordenador; sumergiéndolo en un universo interno, llegando a términos, asociados a la distancia: telecomunicación, telecompra, telediversión, teletrabajo, etc.
Asimismo el sistema consumista lo envuelve en una dinámica narcisista indisociable.
Y por último, se debe señalar el hecho de que el postmoderno, no es únicamente un homo videns, sino un homo ludens; es decir lúdico, que gusta del entretenimiento y el juego (elementos identificados en la sociedad de masas).
Esa visión de entretenimiento que empieza con la misma naturaleza social humana, en la época postmoderna llega a un alto nivel de enajenación; no sólo privativa de esta era, pero si aunada a factores ya citados. Es decir, entretenimiento global, diversificado, nihilista y en algunos casos absurdo; poderoso en opción, pero seducido por la moda, como ya citara Lipovetsky y Debord.
Por ello, los modelos educativos deben prever estos factores para educar, más que al nuevo educando, al nuevo hombre.
Porvenir del proceso educativo
Un hecho evidente del nuevo proceso educativo, es que el índice de matriculación va en aumento, mientras que el de deserción va a la baja.
Lo cual habla de que el estudiante postmoderno está ávido de conocimiento o participación en la vida académica. Este hecho, algunos educadores lo asocian con un factor evolutivo, el de la ampliación del grado de estudios; es decir, gran cantidad de los actuales educandos, sus padres tuvieron un grado menor y ellos tienen o aspiran a uno superior.
Otros lo asocian con el proceso nihilista que acompaña la orientación en los nuevos individuos, es decir el acatamiento de las convenciones sociales propias de su entorno.
Por lo tanto, la educación en la era postmoderna exige una renovación para atender a las necesidades del nuevo educando. Pues al existir con antiguas prácticas pedagógicas, se está perdiendo una parte esencial del proceso de enseñanza, la que debe servir al propio individuo.
Una generación nueva, educada en estándares viejos, distará de ser libre, estado ineludible de la nueva globalidad. Por ello se debe pugnar inicialmente por una educación en que la libertad tome un factor determinante. Sin embargo, la cuestión tiene distintas aristas, desde las que cuestionan ¿educar para qué? ¿enseñar qué? Dadas las características del individuo postmoderno, la formación tendría que abarcar principalmente dos aspectos: educación para la libertad y el placer.
El nuevo educando, pondera la libertad, en cuestión de demanda
(de contenidos, variedades, etc.) pero se autolimita en cuestión de oferta.
Para un ser multicultural, como el postmoderno, la libertad, más no el liberalismo, representa uno de las mejores oportunidades históricas en relación a generaciones pasadas, porque la magnitud de elección se hace diversa.
Sin embargo el acceso no libre es el que condiciona y forma el poder de la nueva clase.
Por ello resulta de vital importancia, educar para la libertad y así crecer en el “ahistoricismo”, poniendo sobrepasar el nubarrón nihilista.
Asimismo, el ente libre, y no transgresor de esta misma libertad, requiere concatenadamente ser educado para el placer.
Cuando se forma para el placer, se educa para las pasiones (de todo tipo: artísticas, deportivas, científicas, sexuales) si se pone barreras para el placer, se llega a la frustración e inhibición de estás fuerzas, lo que genera la construcción de individuos, de la misma índole: frustrados e inhibidos.
Cabe señalar que la antropología social y la misma filosofía antropológica, pugnan por una responsabilidad en las formaciones humanas, en las que los procesos evolutivos conlleven al bienestar y no a la destrucción. Por ello es importante reconsiderar que la educación en la época postmoderna pueda llevarse dentro de los estándares de libertad y placer, sin que ninguno rebase al otro.
Poesía |
Enfermedad:
las palabras se encuentran
Diego Román
Reconozco el barro
que dispara su rueca
en la frente de hollín
esas salivas ingrávidas
que escurren de poros infantiles.
La cúpula anaranjada
cierra ahora con crispar de hojas.
Enfermo, se oye el pájaro mecanógrafo;
estrujada, su ferretería de púrpuras.
Veo esta corteza nauseabunda
creciendo desde volutas espesas
de celuloide fresco.
Respira convulsiones delgadas,
separa el estómago
en arcos de vidrios viscosos.
Veo el cuerpo humillado.
Se aflige el metal de las caderas,
suelta sus colores más transparentes.
Tu espalda se dejó caer sobre el olor de las manzanas,
las alas trenzadas. Las palmas abiertas
reciben el lodo caliente. |
Año 4 Num. 47 Fecha de publicación: Abril de 2006 |