Editorial
"Las palabras son hijas de la vida.
Sufren, paren; también tienen sus muertos"
Maestro y Poeta Juan Bañuelos.
LA REALIDAD NO SE OCULTA CON EL SELLADO DE LA MINA
Como recordaremos, los 65 mineros de San Juan Sabinas, Coahuila, fueron declarados oficialmente muertos a finales del mes de febrero y el anuncio desató varias reacciones entre las que se destacó la voz del gobernador del estado Humberto Moreira Valdez, quien prometió una investigación para que se llegara hasta las últimas consecuencias y se aclarara la falla que llevó a esos trabajadores a su muerte.
Esto podría tener poca importancia en el ámbito educativo, pero las cosas no son así, porque el mandatario coahuilense pertenece al gremio magisterial y de inmediato se propuso la tarea de garantizar un apoyo de carácter económico para que los hijos de los mineros tuvieran garantizada su educación, a lo que debemos estar vigilantes. El sacrificio de los trabajadores también obedece a que sus hijos tenían aspiraciones de estudiar.
Por otro lado, en la ciudad de México el 3 de marzo, una comisión del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, de alumnos y maestros de la propia casa de estudios, profesores independientes del Estado de México, así como de la Alianza de los Trabajadores de la Salud y Empleados Públicos, acudieron a la Casa de Coahuila, en donde presentaron un documento dirigido al gobierno estatal para dejar de manifiesto su postura ante la situación de la mina “Pasta de Conchos”.
Los puntos principales del documento son: el reinicio inmediato de las labores de rescate, investigación de las causas, remoción de funcionarios federales involucrados en el percance, rechazo al cierre de la mina (para evitar que se sepulten todas las evidencias), inicio de una averiguación penal y la visita al lugar minero de una comisión de la Organización Internacional del Trabajo.
Dichas propuestas fueron amablemente recibidas por los directivos de la Casa de Coahuila, A.C., y por la representación del estado, pero al día siguiente comenzó un ambiente persecutorio de parte del gobierno federal contra el líder de los mineros Napoleón Gómez. Así la serie de peticiones que el sindicalismo independiente hacía a las autoridades, se vio un tanto opacada.
Cierto que no hay que defender el charrismo que tanto daño ha hecho a este país, el señor Napoleón tendrá millones de pesos para responder y defenderse, pero no es válido que un problema como el de los mineros se quiera desviar distrayendo la atención con asuntos sindicales y oportunismos políticos.
Desde los primeros días de la explosión se supo que la mayoría de los mineros que fallecieron no eran sindicalizados y que sus prestaciones como en otras minas del país eran de risa, o simplemente no había tales.
Alguien tiene que responder y aclarar por qué tantas muertes, tanta inseguridad laboral, tanta indiferencia de las autoridades de la Secretaría del Trabajo, vamos, tanta complicidad con el silencio. Son muertes que no pueden, no deben quedar impunes, y por más que se quiera ocultar un día saldrá lo oculto a luz pública.
Los jóvenes estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana, lo mismo que los maestros independientes y organismos sindicales, coincidieron en señalar que con el sellado de la mina los empresarios pretenden manipular los hechos y ocultar la realidad que originó la tragedia de “Pasta de Conchos”.
“Lamentablemente, los trabajadores mineros no cuentan con un sindicato para hacer valer sus derechos, y el que tienen se ha beneficiado durante décadas de las firmas contractuales, siempre con desventaja para sus agremiados. A nadie le importa que sigan existiendo obreros semiesclavos. Los hijos de la mina (la prole) tomarán el lugar de sus padres en los socavones para llevar algo de comer al hogar”. Con estas palabras intentaba arengar un estudiante universitario a su público escaso para hacer conciencia de lo ocurrido en la tragedia minera.
Aclarar lo ocurrido en la mina referida es tarea de todos, y el primero en oponerse a una explicación amañada tendría que ser el gobernador Moreira Valdez.
Ni las prisas sexenales, las campañas apresuradas para ganar los comicios y lograr la silla presidencial, los intereses políticos, ni caprichos de los empresarios, deberían estar por encima del esclarecimiento de las 65 muertes de mineros, pero en el México de hoy, en el país de las ilusiones electorales, lo que cuenta es el voto y los excavadores ya nunca más podrán votar, lo que es lo mismo para efectos electorales: ya no son votos, y poco a poco se irán desintegrando, gracias a un sexenio que tiene prisa por salir y a un grupo político que se muere de ganas por llegar.
Arribe quien sea, los mineros seguirán allí como hace décadas, como hace siglos, sacando de abajo de las piedras la riqueza de otros, exponiendo sus vidas diariamente, a cada instante de trabajo. Los partidos políticos y gobernantes, también seguirán haciendo lo mismo, durante mucho tiempo, hasta que no llegue a la mayoría de los mexicanos lo que tanto necesitamos hacer realidad, la palabra: educación.
Año 4 Num. 46 Fecha de publicación: Marzo de 2006 |