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El éxito de un curioso personaje
Frédéric Beigbeder
Stéphanie Secqueville
Crítico literario, novelista, hombre de televisión, Fréderic Beigbeder –intelectual mundano polifacético– es hoy una figura emblemática del ámbito cultural y del paisaje audiovisual francés.
Su última novela, publicada en 2000, 99 francos, panfleto contra el mundo de la publicidad y sátira mordaz de una sociedad desencantada, ha desatado pasiones. En los primeros puestos de ventas, esta obra le ha propulsado a la escena mediática y le ha hecho conocer en el extranjero. Ya irrite o seduzca, Fréderic Beigbeder no deja a nadie indiferente. Retrato de un dandy provocador y de un hombre de letras con talento.
¡Da qué hablar Fréderic Beigbeder! Este hijo de buena familia, diplomado por el Instituto de Estudios Políticos de París y apasionado por las letras, se ha impuesto en estos últimos años por su pluma y su personalidad. Provocación, mordacidad y mundanalidad, un todo teñido de humor y de sensibilidad: un cocktail explosivo que hace de Fréderic Beigbeder un personaje atípico y extravagante.
Aunque al principio se lanza en una carrera publicitaria, Fréderic Beigbeder se entrega paralelamente a su pasatiempo preferido: la escritura. Escribe crónicas sobre su vida de juerguista parisiense y críticas literarias en una variada gama de revistas, que van de la prensa “people” y popular (Globe Hebdo, Voici) a la vanguardia más moderna (Technickart), pasando por la muy venerable Figaro littéraire. Le encontramos igualmente debatiendo sobre teatro, cine y literatura en el programa de radio Le Masque et la Plume, en la cadena pública France Inter.
Fréderic no se muerde la lengua. Se emociona y se entusiasma encumbrando a determinados autores, como Jules Renard, Michel Houellebecq o Bret Easton Ellis, o lapidando a otros como Prévert o Le Clézio, a golpe de críticas a menudo feroces. Según él, “las obras maestras odian que se les respete, prefieren que se les triture, contradiga y estropee”, y, llevado por su fogosidad literaria, no se contiene. Con ligereza o con seriedad, pero siempre en total libertad, da su opinión. Se define a sí mismo como el insolente de turno, el contestatario del salón.
Apasionado por sus artículos, el editor de Le Parisien, Denis Tillinac, publica su primera novela, Memorias de un joven molesto, en 1990. Le siguen varios libros, muy íntimos y autobiográficos: Vacaciones en coma, en 1994, El amor dura tres años, en 1997, y Noticias de ecstasy, en 1999.
A pesar de que los libros de Fréderic Beigbeder son divertidos, graciosos y llenos de agudezas, también se caracterizan por una permanente interrogación sobre la condición humana. Los héroes, todos hedonistas mundanos y enamorados pesimistas, miran con desengaño la sociedad contemporánea. Vivieron una juventud dorada pero hoy vagan en la tormenta y se preguntan por el sentido de su existencia. Detrás de todos ellos el autor se retrata a sí mismo.
En todos los frentes
De forma paralela, desde 1997 destaca en la pequeña pantalla. Al lado de Thierry Ardisson, en la emisión de actualidad cultural Rive droite, Rive gauche, de la cadena por cable Paris Première, presenta una crónica literaria en la que se impone por su vivacidad de espíritu, su humor y su fantasía.
Y después llegamos al choque de 99 francos, que precipitará su ascensión. En esta novela, Fréderic Beigbeder dirige una crítica virulenta contra el medio publicitario. El personaje principal, Octave, redactor de publicidad y doble ficticio del autor, arrastra su existencia por los lugares más a la moda de París y se entrega a los placeres fáciles. En telón de fondo aparece la sátira de un mundo fundado sobre las falsas apariencias del dinero.
Con la publicación del libro, Fréderic Beigbeder es destituido de sus funciones por el grupo publicitario para el que trabajaba y, adulado o atacado, se le propulsa a la escena mediática: ¡todo París no habla más que de él! Hay quienes le reprochan “tirar piedras sobre su propio tejado”, demoliendo un tipo de sociedad de la que él se aprovecha ampliamente. Se critica su faceta de escritor mundano, supérfluo. Sin embargo, ¿qué ha hecho 99 francos, con un estilo vivo, directo y franco, sino denunciar el malestar de una sociedad entregada al capitalismo y a los medios de comunicación? Bajo el tono ligero del autor, los personajes reflejan, en realidad, un profundo malestar en un mundo en el que muchos ya no se reconocen.
En 2001 anima en Paris Première, Libros y yo, un programa literario en el que recibe autores franceses y extranjeros en una famosa discoteca parisiense ante un público ilustrado. Una vez más, originalidad e impertinencia son las consignas de Fréderic. No duda en dar lugar a todo tipo de excentricidades: durante un programa sobre la subversión, ¡todos (sólo los hombres habían aceptado participar) se encontraron desnudos en el plató!
Pasión por la escritura
Es un año definitivamente fructuoso para Fréderic Beigbeder, que publica igualmente en 2001 Último inventario antes de liquidación, texto en el que pasa revista al palmarés de los 50 libros preferidos de los franceses (a partir de un sondeo organizado por la librería Fnac en 2000). La obra es un éxito en las librerías, y Fréderic sorprende, una vez más, por la finura de su pluma y su sensibilidad literaria. En una mezcla sorprendente de géneros vuelve a los autores importantes del siglo XX, que pone al alcance del gran público: Faulkner, Kafka, Camus, Céline, Yourcenar, pero también Hergé, el padre de Tintín. ¡Incluso hace una aparición en la escena política! Provoca la sorpresa general durante las elecciones presidenciales de 2002 aceptando la concepción de la estrategia de la comunicación del candidato del Partido Comunista, Robert Hue.
A principios de 2002, Fréderic Beigbeder se enfrenta a un nuevo reto, presentar cada tarde, durante la franja horaria clave de 19h a 20h, El Hiper Show, la principal emisión en abierto de la cadena de televisión Canal Plus, que pierde el ritmo. Frente a una severa caída en la audiencia, la cadena de pago decide, a finales de noviembre de 2002, la supresión del programa sólo tres meses después de su nacimiento.
Sin tardar, Fréderic Beigbeder saca a relucir las lecciones de este fracaso y denuncia las leyes que gobiernan la televisión de entretenimiento: tiranía de la audiencia, ritmo desenfrenado que condena la superficialidad, montaje que acaba con la espontaneidad, presentador sumiso a múltiples presiones contradictorias... Renunciando a la pequeña pantalla, vuelve a su pasión por la literatura y se ocupará de los autores franceses para las ediciones Flammarion.
Pero otros proyectos están en curso: 99 francos (rebautizada 14,99 euros), será adaptada al teatro y se prevé una adaptación al cine para 2003. La aventura sigue para aquél que es considerado hoy en día, en Francia, como un verdadero fenómeno social. T
Texto publicado en Label en reproducción especial para México en Texturas
Año 4 Num. 49 Fecha de publicación: Junio de 2006 |